By Melio
La menopausia consiste en la desaparición definitiva de las menstruaciones en la mujer como consecuencia normal del fin de la función ovárica. Se trata de un diagnóstico clínico y se define como la ausencia de reglas durante 12 meses (un año) si no existe otra causa que lo justifique.
La edad promedio para la menopausia son los 52 años pero puede oscilar entre los 40 y los 58 dependiendo de muchos factores. Se habla de menopausia prematura o fallo ovárico precoz cuando aparece antes de los 40 años de edad.
El diagnóstico puede confirmarse o complementarse con un análisis de hormonas sexuales femeninas, sobre todo en mujeres con sintomatología leve, edad inferior a 45 años (especialmente si < 40 años) o cuando se produce una cirugía de útero pero se conservan los ovarios (histerectomía sin ooforectomía). En esta analítica se suele incluir además la TSH (hormona estimulante del tiroides), y en ocasiones prolactina, ya que alteraciones en estas hormonas pueden producir ciclos menstruales irregulares.
La edad de aparición de la menopausia depende de muchos factores, que pueden ser modificables como el tabaquismo o el tratamiento con anticonceptivos orales; o no modificables como el componente genético y étnico, la edad de la primera regla y el número de hijos.
Cambios hormonales
El cese de la función ovárica hace que se deje de ovular y que disminuya la secreción de estradiol.
El estradiol es la principal fuente de estrógenos en la mujer durante su periodo reproductivo. Su disminución produce un aumento en las concentraciones de la hormona foliculoestimulante (FSH) por un mecanismo de retroalimentación y hace desaparecer el pico de la hormona luteinizante (LH) que sería responsable de la ovulación.
Estos cambios hormonales se ven reflejados de manera directa en los caracteres sexuales primarios (que tienen funciones en la reproducción) y secundarios (glándulas mamarias, distribución corporal de la grasa…), que tendrán consecuencias directas en el perfil de salud de la mujer como veremos más adelante.
Manifestaciones clínicas
El cese de la función ovárica y sus cambios hormonales pueden producir síntomas y cambios físicos. Pueden manifestarse como:
- Síntomas vasomotores como sofocos o episodios de sudoración nocturna: es la sintomatología más frecuente. Se resuelven en el 85 % de los casos a los 4 ó 5 años.
- Síntomas genitourinarios como infecciones urinarias, sequedad vaginal o dolor en la relaciones sexuales). A diferencia de los síntomas vasomotores, esta clínica habitualmente empeora si no se inicia tratamiento
- Las manifestaciones psicológicas afectan a un 30-50 % de las mujeres e incluyen ansiedad, depresión, inestabilidad emocional, cambios de humor, trastornos del sueño etc.
Riesgo cardiovascular y de osteoporosis
Además de los síntomas evidentes de la menopausia, existen otros cambios que tienen repercusiones importantes sobre el organismo y que debemos vigilar estrechamente desde este momento haciendo seguimiento analítico de los marcadores de salud ósea (vitamina D, calcio y fósforo), perfil lipídico y perfil glucémico.
El déficit de estrógenos produce los siguientes cambios:
- Aceleración de la reabsorción ósea produciendo osteopenia y osteoporosis, lo que conlleva un aumento del riesgo de fracturas por pérdida de masa ósea.
- Aumento y redistribución de la grasa a nivel abdominal: un aumento del perímetro de cintura se relaciona con incremento del riesgo cardiovascular y el desarrollo de resistencia a la insulina, síndrome metabólico y diabetes mellitus tipo 2. Se produce además en esta etapa una alteración en el perfil lipídico. En esta etapa existe un aumento en la morbilidad y mortalidad por enfermedades cardiovasculares.
¿Qué puedo hacer para aliviar los síntomas y prevenir el riesgo cardiovascular y de osteoporosis?
Lo principal es un estilo de vida saludable, incluyendo la alimentación y la actividad física. En esta etapa es importante vigilar el consumo de calcio y de vitamina D, asegurando una ingesta de entre 1000-1200 mg/día y de 400-1000 UI/día respectivamente; sin olvidar que la OMS responsabiliza al sedentarismo del 18% de la osteoporosis y fracturas óseas en Europa. Así, se debe incluir en la rutina ejercicios de postura, fuerza, movilidad y balance, que además van a ayudarnos en disminuir el riesgo cardiovascular.
En cuanto a la alimentación, tanto para la osteoporosis como para el riesgo cardiovascular se recomienda priorizar la ingesta de alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, hortalizas, legumbres, frutos secos y aceite de oliva), la forma integral de los alimentos frente a las harinas refinadas y disminuir la carne roja y procesada, el consumo de sal y azúcar y de los alimentos ultraprocesados. Los alimentos de origen vegetal además son ricos en fitoestrógenos, que se les ha atribuido un papel en aliviar la sintomatología propia del climaterio.
¿Qué tengo que vigilar en esta etapa?
Para asegurarnos de que todo va por el buen camino, es importante realizar una analítica que incluya los marcadores de salud que pueden verse alterados en esta etapa. Así, se debe incluir:
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- Hemograma
- Función hepática y renal
- Proteínas
- Salud ósea :Vitaminas y minerales, Magnesio, Calcio, Vitamina D y Fósforo
- Perfil de riesgo cardiovascular:
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- Ácido úrico
- Perfil lipídico
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- HDL colesterol
- LDL colesterol
- Apo A
- Apo B
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- Resistencia a la insulina
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- Glucemia
- Hemoglobina
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Si quieres escuchar el taller que mantuvimos con la Dra. Carmen Pérez pincha aquí.

Doctora Carmen Pérez
Asesora médico de Melio. Licenciada en Medicina, especialista en endocrinología y nutrición.