Alimentación consciente | Beneficio Primario, Beneficio Secundario

¿Tienes identificado cuando comes sin hambre, para qué lo haces?

Parece que los humanos somos bastante listos, lo somos tanto, que fíjate, todo lo que hacemos es porque en el fondo creemos que nos beneficia. Y adivina qué… todo hábito, nos conduce a un beneficio primario o secundario.

Veamos un ejemplo: ¿Qué hay detrás de ir de tapas con los amigos en el bar? Si identificas la(s) recompensa(s) que retroalimenta tu hábito, podrás escoger un nuevo hábito que te permita obtener ese mismo beneficio, pero no necesariamente a través de la ingesta.

Beneficio primario

Se relaciona con el acto de comer emocional. Eso bueno que ganas, en un momento dado, eligiendo comer a pesar de no tener hambre. En general comer por cualquier razón que no sea nutrirte es de alguna manera comer emocional. Es algo que todos alguna vez hacemos, ¡y no por ello tenemos obesidad!

La imagen de la persona frente a un plato y más allá las necesidades que tiene esa persona nos ilustra bien. Aquí la persona sólo intenta acceder a sus necesidades (¡todas legítimas!) mediante la comida

Por desgracia, tiene un efecto boomerang, lo hace de un modo temporal y además vuelve con extras: culpa, insatisfacción, peso, enfermedad, estar como no quiere estar… Lo que a la práctica resulta una trampa.

Beneficio secundario

Se relaciona con la obesidad emocional. Eso bueno que ganas por tener exceso de peso o una situación problemática con la comida.

¿Te puedes imaginar delgado/a? ¿Te sientes a salvo estando delgado? Si alguien te comenta que has adelgazado ¿Cómo reaccionas? Alegría, incomodidad…

Detrás de todo comportamiento hay una intención positiva, de comer en exceso también. Si queremos perder peso y no lo estamos consiguiendo puede que de algún modo nos estemos saboteando porque hay una parte de nosotros mismos que va a salir perdiendo si eso sucede.

Por ese motivo nos decimos frases como: “…me encantaría bajar de peso, pero no tengo manera de lograrlo, es como si algo dentro de mí no quisiera…”

El objetivo de este ejercicio es encontrar ese beneficio secundario o intención positiva que nos ha impedido hasta el momento llevar la vida saludable que deseamos para nosotros. Descubrir esa parte de nosotros que piensa que si lo consigue en el fondo va a perder algo.

Los beneficios secundarios son como el polvo que se esconde bajo la alfombra, aunque no los veas… sabes que están ahí. Veamos si podemos airear un poco esa alfombra, aquí van algunos ejemplos:

1. Protegerse del mundo:la grasa es físicamente una barrera. La grasa tiene la misión evolutiva de proteger a nuestros órganos vitales de ataques, caídas… Y aunque el riesgo de sufrir un golpe mortal cazando mamuts no existe HOY, ese mecanismo primitivo sigue activo. Subconscientemente, no sabemos diferenciar bien el daño/dolor físico del emocional. Y la grasa se convierte en ese caparazón protector ante las amenazas del entorno:

  • Ante el sentimiento de abandono. En este caso, el cerebro más primitivo interpreta que nos hemos quedado solos en el bosque, sin manada y se activa la alarma de “estoy solo y me voy a morir”.
  • Ante abusos mentales, físicos o emocionales: la grasa crea distancia, es una barrera protectora frente a personas que te controlan, interrogan y dominan.

2. El pilar o bastón de la vejez: ¿Cómo son las columnas? Son grandes y fuertes. Son personas que pase lo que pase tienen que sostener el núcleo familiar u organización.

3. Lo grande manda: seguimos con la asociación de cuando éramos niños que el adulto, grande, era quién mandaba. ¡El gran capitán! ¡Es un gran amigo! ¡Un gran jefe! ¿Y cómo son los elefantes? Un león no se atreve a atacar a un elefante adulto ¡es demasiado grande para él! Si sientes que te rodean enemigos puede que desees seguir siendo grande…

4. Autocastigo: si no te gustas o crees que no eres buena persona puedes no sentirte digno de tener éxito, de tener un cuerpo hermoso, sexy…

5. Rebelión: si alguien quiere que pierdas peso quizá quieras seguir estando con exceso de peso para poder reafirmar que tú mandas en tu vida. Llevar la contraria es algo que se nos da realmente bien.

6. Sensación de traición: muy frecuente en el ámbito familiar o de pareja. Si toda tu familia come sin parar, si todos tienen sobrepeso ¿Cómo vas a querer traicionarles siendo diferentes a ellos?

7. Dolor vía el control: cuando sentimos que no podemos controlar la situación (ejemplo, no puedo controlar que mi expareja vuelva a quererme, no puedo decidir en el trabajo/escuela…), necesitamos controlar ¡algo!, tomamos la actitud de “pues esto sí lo voy a hacer, esto sí me lo voy a comer…”, “¡quién me va a prohibir a mí que me coma esto!”.

8. Salida del mercado: La típica pareja que empiezan a engordar. Necesitan salir del mercado, no ser atractivos/as y evitar posibles riesgos o infidelidades. Lo más fácil es engordar para no estar disponible y proteger así la unidad familiar.

9. Como excusa: es más fácil echarle la culpa a la gordura, que hacer frente a los problemas. De verdad, verdad, de verdad… ¿Qué te duele?

10. Para recibir atención, cuidados, cariño…: una muy buena excusa para recibir lo que realmente anhelamos. Aunque seguramente…no sea una solución muy efectiva.

No te agobies si no reconoces en ti ningún beneficio secundario, son obstáculos bien ocultos. Si bien siempre cabe agradecerle al subconsciente su buena intención de protegerte durante todos estos años, a partir de ahora vamos a mostrarle que ya no necesitamos su ayuda, fuera la protección (la grasa): ¡tu parte consciente sabe cómo protegerte.